El 63% de los españoles mayores de 15 años toman al menos un café diario. Para empezar el día, a media mañana o después de comer, el café forma parte de la rutina de 22 millones de personas en nuestro país. Aunque a menor escala, el té también es una bebida muy popular: en 2021 se consumieron 91 millones de infusiones en España.
Al convivir con estas bebidas, surgen numerosas preguntas: ¿Qué es más sano, una taza de café o de té? ¿Cuántas tazas de café diarias son aconsejables? ¿Cómo afecta la cafeína al organismo? Pues bien, un nuevo estudio tira por el suelo la mayoría de teorías que teníamos hasta ahora por buenas.
El consumo crónico de cafeína aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular
Desde el café hasta el té, estas populares bebidas pueden ser perjudiciales cuando se consumen en exceso. Según un estudio, presentado en el American College of Cardiology (ACC) Asia 2024 en Delhi (India), beber más de 400 miligramos de cafeína al día la mayoría de los días de la semana podría aumentar la susceptibilidad a las enfermedades cardiovasculares.
"El consumo habitual de cafeína podría alterar el sistema parasimpático y elevar la presión arterial y la frecuencia cardiaca", afirma Nency Kagathara, autora principal del estudio y miembro del departamento de medicina interna del Zydus Medical College and Hospital de Dahod (India).
La cafeína y la salud del corazón
"Nuestro estudio trató de determinar los efectos del consumo crónico de cafeína en la salud del corazón, específicamente la recuperación de la frecuencia cardíaca y la presión arterial", añade la científica.
El consumo crónico de cafeína se definió como la ingesta de cualquier bebida con cafeína cinco días a la semana durante más de un año, y el estudio se centró en el té, el café y en bebidas gaseosas.
El estudio
Los autores evaluaron a un grupo aleatorio de 92 individuos normotensos y sanos con edades comprendidas entre los 18 y los 45 años. A todos los participantes se les midió la tensión arterial y el pulso y se les sometió a una prueba de pasos de tres minutos. La presión arterial y la frecuencia cardiaca se midieron al minuto y a los cinco minutos de la prueba. Los autores registraron información sobre los datos sociodemográficos y la ingesta diaria de cafeína de cada participante.
Los resultados revelaron que el 19,6% de los participantes consumía más de 400 mg de cafeína al día, lo que equivale a unas cuatro tazas de café, diez latas de refresco o dos bebidas energéticas. Se demostró que un consumo crónico de cafeína de 400 mg diarios afectaba significativamente al sistema nervioso autónomo, aumentando con el tiempo la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
Las mujeres consumen más cafeína
Los investigadores señalaron que las ingestas diarias de cafeína más elevadas se observaron en participantes de sexo femenino, empleados en funciones empresariales y directivas y residentes en zonas urbanas.
Los que consumían las cantidades más elevadas, un consumo crónico de cafeína de más de 600 mg de cafeína al día, presentaban frecuencias cardiacas y presión arterial significativamente elevadas tras cinco minutos de descanso después de la prueba de step.
Hipertensión y otros problemas cardiovasculares
"Debido a su efecto sobre el sistema nervioso autónomo, el consumo habitual de cafeína podría exponer a personas sanas al riesgo de padecer hipertensión y otros problemas cardiovasculares", asegura Kagathara, quien ha indicado que "aumentar la concienciación sobre estos riesgos es vital para mejorar la salud cardiaca de todos".
La presión arterial alta, también conocida como hipertensión, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, enfermedad renal crónica y demencia. Con el tiempo, la hipertensión debilita el corazón y es uno de los principales factores de riesgo de cardiopatías.
Otros factores que influyen a la hipertensión
Además del consumo de cafeína, hay varios factores que pueden contribuir a la hipertensión, como el consumo de alcohol, el tabaquismo, la edad, los antecedentes médicos familiares y el consumo de sal.
Aumentar la actividad física, seguir una dieta nutritiva y otros cambios en el estilo de vida podrían ayudar a bajar la tensión arterial y reducir el riesgo de cardiopatías.