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Visitamos La Moderna Apicultura, el templo de la miel que lleva más de un siglo en Madrid
Este negocio, ubicado en el distrito de Retiro, se dedicaba inicialmente a la producción y venta de maquinaria, y hoy es un referente de la miel española de calidad
Hace casi 100 años, el 23 de septiembre de 1924, el rey Alfonso XIII visitó por sorpresa una fábrica de Madrid que no esperaba recibir a tan ilustre figura. Llegó con un sombrero elegante, pero en cierto momento tuvo que colocarse sobre él una especie de careta con rejilla, similar a las que utilizan los esgrimistas, porque acudió a contemplar cómo eran los aparatos que producían miel. “Espontáneamente, sin previo aviso, y sin que fuera posible preparación de ninguna clase, La Moderna Apicultura ha sido honrada con la visita de nuestro Soberano”, publicó entonces el diario Mundo Gráfico.
Con “verdadero interés y complacencia, y por espacio de más de dos horas”, el monarca “escuchó muy atentamente las detalladas explicaciones sobre Apicultura, del Director Gerente de la Empresa D. Teodoro J. Trigo, notoriamente reconocido como autoridad en la materia”. No es una exageración: el señor Trigo revolucionó la fabricación de miel en España. Un siglo después, pero al igual que el monarca, Consumidor Global ha visitado por sorpresa La Moderna Apicultura, que continúa endulzando el distrito de Retiro de la capital desde el 47 de Doctor Esquerdo.
Abejas y colmenas
El edificio, encantador, ya sorprende desde fuera. En el escaparate hay, por supuesto, tarros de miel, pero también muchos dulces, cajitas de jalea real, aceites, tés, productos cosméticos o incluso hidromiel y cervezas artesanas con este néctar. Pero la mirada se va hacia arriba: la fachada está coronada por un elemento decorativo peculiar, como una suerte de escudo en el que está representado un río de abejas que brota de una especie de caja o mesita. Pero no es ni lo uno ni lo otro.
Es una colmena o apiario, y fue el gran invento de la empresa. “Se fundó en 1919, y es la primera industria de esto que se hizo en España, porque en aquella época no se podía comprar en ningún sitio material para las colmenas, no había ninguna empresa especializada”, cuenta a este medio Aurora Jiménez, una de las actuales responsables del negocio que transmite sus conocimientos con pasión. El señor Trigo, de hecho, llegó a declarar a un periódico de la época que los apicultores españoles utilizaban la colmena primitiva, que era “exactamente la misma que se utilizaba hace dos mil años”.
Impulso para la apicultura
Frente a esto, su empresa se subió a la ola del progreso técnico y la optimización. Jiménez señala una máquina que aparece expuesta en el escaparate, muy similar a la que está representada en la fachada. “Supuso un enorme impulso a la apicultura”, afirma.
Para construir sus panales, las abejas producen cera. Sobre ellos, la reina depositará los huevos y el resto de abejas almacenará la miel. El problema es que, para producir 1 kg de cera, las abejas necesitan consumir unos 8 kg de miel. Lo que hacía el invento de La Moderna Apicultura, versionando diseños que habían visto en Estados Unidos, era darles a estos insectos “la casa ya hecha” con su propia cera. Además, los paneles se podían utilizar durante varios años, lo que disparaba la producción.
Perfección
El invento fue tan transformador para los apicultores que La Moderna patentó esta colmena. Dieron algunos retoques para perfeccionar el aparato de los americanos… y la llamaron Perfección.
“Ha pasado a ser un nombre genérico. Es como decir Donuts o Kleenex, que son marcas comerciales, pero todos las asimilamos a un determinado bollo o a un determinado papel”, explica Jiménez.
La clientela del negocio
Mientras Jiménez habla con este medio, entran al local clientes de perfiles muy diversos. Uno de ellos, extranjero y un poco atónito, intenta explicar en inglés qué busca. Tras él, una señora mayor ha llegado con sus propios tarros de cristal, puesto que La Moderna Apicultura vende miel al kilo. Otros se quedan mirando los hojaldres, las piruletas de miel, las cookies caseras o las magníficas vidrieras que iluminan la tienda.
“Tenemos un poco de todo”, dice Jiménez sobre la clientela. “Vienen muchas personas árabes, de Arabia Saudí, por ejemplo. No son turistas exactamente, sino que han venido a Madrid por un congreso, por ejemplo, y vienen a la tienda porque nos conocen. Son consumidores a los que les gusta mucho el dulce, y en aquella zona la miel es carísima porque no crece nada, es un artículo de súper lujo. Vienen a la tienda y se gastan 300 euros”, revela.
Treinta variedades de miel
“Aunque originalmente sólo se vendía miel milflores, jalea real y polen, cien años de actividad dan para mucho y actualmente tenemos cerca de treinta variedades de miel procedentes de las distintas regiones de España”, se indica en la web de la tienda.
Los precios van desde los 6,90 euros que cuesta un frasco de 300 gramos de miel de tomillo, de espliego, de bosque, de roble, de anís o incluso de aguacate, a los 16 euros que cuesta el tarro de 900 gramos de miel de acacia o de madroño. Los que quieran arriesgar un poco más también pueden hacerse con miel con boletus, con ajonegro o con trufa.
Una enorme fábrica que exportaba a Europa
La Moderna Apicultura lleva este nombre, centrado en el sector y no en la propia miel, porque el core del negocio era la maquinaria. “Era una fábrica enorme de colmenas, y exportaban a toda Europa. Era una empresa bastante potente. Con el paso del tiempo empezaron a surgir competidores y la venta de material fue un poco a menos”, relata Jiménez.
Pero ocurrió algo con lo que los responsables de compañía no contaban: en España empezó a producirse muchísima más miel de la esperada. “Como era gente muy bien relacionada (gente noble, próxima al rey, con dinero)”, describe, recibían solicitudes colosales. Por ejemplo, un potentado les pedía que instalasen en su finca 200 o 300 colmenas. “Al año siguiente llamaba y preguntaba qué hacía con tanta miel”.
Dar salida a las partidas
Así, “de forma accesoria” y para dar salida a esta miel y servir directamente al cliente, La Moderna Apicultura empezó a comprar estas partidas a los productores y a venderlas por su cuenta. No era el objetivo inicial de la empresa, pero funcionó.
Hace un siglo, Alfonso XIII supo ver en la miel los destellos más dorados. El propio Teodoro J. Trigo describió la apicultura española como una “fuente de riqueza”, susceptible, eso sí, de mejorar “y aumentar enormemente”. Ahora, lamenta Jiménez, en el mercado abundan las mezclas turbias de mieles extranjeras, que son de una calidad notablemente inferior. “No tienen nada que ver”, asegura.
Miel de excelente calidad
Esta experta defiende que la miel española, como el aceite, es de una excelente calidad, gracias a la gran cantidad de horas de sol y a la riqueza del suelo. Además, la apicultura no es extensiva. “Las colmenas se ponen en parajes naturales, lejos de contaminación y con plantas medicinales, como el espliego, el tomillo o el romero, plantas que le aportan mucha riqueza, tanto en cuanto a las propiedades como a nivel organoléptico”, detalla.
“Hay personas que vienen y nos dicen que les trajo su abuelo por primera vez. Se ha reinventado con el tiempo, pero nunca ha cerrado desde que abrió”, describe Jiménez, orgullosa. Ya lo pronosticó Mundo Gráfico el día de la visita del rey: “Orgullosa puede estar La Moderna Apicultura por el exitazo obtenido ante S. M. el Rey, y nosotros muy cordialmente felicitamos a la Empresa, augurándola, para fecha no lejana, un porvenir tan brillante como honroso”. Acertaron.
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