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Los mil nombres del azúcar: una nutricionista nos enseña a leer las etiquetas en el supermercado

El azúcar es uno de los grandes enemigos de la salud, pero a veces está presente bajo multitud de nombres y formas. En Consumidor Global te contamos cómo identificarlo

Rocío Antón

Cómo saber leer las etiquetas en el supermercado/PEXELS

El azúcar es uno de los principales desafíos para mantener una alimentación saludable. Reducir su consumo es esencial para quienes buscan seguir una dieta equilibrada que repercuta en un estilo de vida saludable. Sin embargo, el identificarlo en las etiquetas de los productos puede ser cuanto menos complejo, ya que el azúcar aparece bajo múltiples nombres desconocidos y distintos.

Conocer estas denominaciones es clave para tomar buenas decisiones a la hora de hacer la compra. Según nos explica la dietista y nutricionista Duna Nicolau Bartel  -experta en alimentos-  para Consumidor Global, con en esta sencilla guía sabrás  qué estas llevándote exactamente a casa.

Los mil nombres del azúcar y sus efectos en tu salud

Uno de los nombres más comunes es el de la sacarosa, el edulcorante más usado a nivel mundial. Similar en efectos al azúcar blanco y moreno, la sacarosa puede encontrarse en productos como la bollería industrial, refrescos, caramelos y lácteos procesados.

Un refresco con más de 39 gr de azúcar revela señales negativas en nuestro organismo / PEXELS

Además, existen azúcares que, aunque naturales en las frutas, verduras y miel, pueden ser perjudiciales a largo plazo cuando se consumen en exceso y de forma indirecta en productos procesados. Fructosa y dextrosa son otros dos ejemplos. Si bien en su estado natural no representan un riesgo importante, en productos elaborados pueden contribuir causando problemas de salud tales como obesidad, diabetes y trastornos gastrointestinales.

Los azúcares y sus usos en la suplementación deportiva

Otro tipo de azúcar presente en el sector alimenticio es la maltodextrina, destacada por sus propiedades como espesante y texturizante. Es común en la suplementación deportiva, lo que hace que este consumo debiese estar siempre supervisado por un profesional.

Asimismo, en la industria alimentaria es frecuente encontrar jarabes como el de maíz y el de agave,y  aunque el jarabe de maíz es más perjudicial, ambos deben usarse con precaución y no como sustitutos habituales del azúcar.

Siguen siendo azúcares pese a ser menos calóricos

Finalmente, existe una categoría de azúcares llamada polialcoholes. Azúcares tales como el sorbitol, maltitol, xilitol, manitol y eritritol que se encuentran habitualmente en las frutas y que son muy populares en productos como chicles o caramelos.

Estos compuestos ofrecen ventajas como un índice glucémico más bajo, pero su consumo excesivo puede causar efectos laxantes.

Varios chicles de colores / FREEPIK

Los mil nombres del azúcar explicados por una nutricionista

Muchas veces, cuando nos fijamos en los ingredientes de un producto para ver su contenido en azúcares, solo tenemos en cuenta la denominación ‘azúcar’ o si alguno se para a mirar un poco más, busca si acaso, el nombre de ‘glucosa’.

La salud de tu intestino puede verse afectada por los productos '0% Azúcares Añadidos'

La nutricionista Duna Nicolau nos explica las problemáticas con las que se encuentra a diario en consulta cuando sus pacientes intentan hacer la compra de forma consciente suprimiendo los azúcares refinados clásicos, pero olvidándose de los de otros tipos: “Si no aparecen ninguna de estás dos denominaciones de azúcar en los ingredientes, muchas veces nos pensamos que es un alimento sin azúcares añadidos y que, por tanto, es una buena opción. De esta manera, accidentalmente acabamos consumiendo grandes cantidades de azúcares en nuestro día a día sin ser realmente conscientes de ello”, nos comenta.

Saber leer correctamente las etiquetas

La OMS estipula unas cantidades muy pequeñas: los hombres no deberían consumir más de 9 cucharaditas (36 gramos o 150 calorías) de azúcares al día. En el caso de las mujeres, el número está en 6 cucharaditas (25 gramos o 100 calorías).

“El azúcar, conocido como un disacárido formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa, puede venir en los productos que compramos en forma de otras denominaciones. Algunas de las posibles maneras en las que puede venir descrito el azúcar en las etiquetas de los productos en el supermercado: dextrosa, azúcar moreno, jarabe de glucosa, azúcar de remolacha, azúcar de coco, jarabe de arce, sirope de agave, malta en polvo, fructosa, maltitol, maltodextrina, galactosa, maltosa, jarabe de arroz, azúcar invertido, azúcar de caña, azúcar de maíz, lactosa…”, nos advierte la experta en nutrición.

Galletas supuestamente 'sin azúcar añadido' / FREEPIK

La publicidad juega al despiste con el consumidor

Duna Nicolau, dietista y nutricionista, nos explica detalladamente  la importancia de saber qué nos llevamos a casa cuando estamos intentando eliminar el consumo de azúcares en nuestra dieta.Y es que no pocas veces, la publicidad y el marketing de las marcas juega muy sucio con el desconocimiento del consumidor.

La importancia de saber leer etiquetas en el supermercado cambia nuestra salud/ PEXELS

“Algunas de estas denominaciones no mantienen exactamente la misma composición química del azúcar, pero acaban resultando prácticamente iguales o muy parecidas en cuanto a contenido calórico como a índice glucémico. Obteniendo de esta manera las mismas (o prácticamente iguales) propiedades energéticas que el azúcar contiene. También obtendremos sus efectos negativos a la hora de balancear las calorías que consumimos a lo alrgo del día”, concreta sobre el peligro de caer en el doble juego de las marcas.

Y es que hay que saber que muchas veces este mecanismo se trata de una estrategia que utiliza la industria alimentaria con tal de promover el consumo masivo de estos alimentos.  Y es que las empresas intentan vender y que el consumidor recurra a muchos de estos nombres que tiene el azúcar casi por accidentalmente, en su intento por enmascarar el azúcar blanco de toda la vida. Algo que es ya muy temido por la población, que cada vez es más consciente de sus peligros e intenta reducirla o suprimirla.