La mayoría de los nutricionistas recomienda comer más vegetales y reducir el consumo de carnes rojas, procesadas (salchichas y hamburguesas) y embutidos. Estos últimos suelen ser ricos en grasas saturadas y sodio, por lo que excederse con ellos puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial u obesidad. Ahora bien, son alimentos con un enorme valor gastronómico y cultural, y comer de vez en cuando un poco de chorizo (integrado en las lentejas, por ejemplo), de jamón o de cecina es un placer para muchos españoles. Por eso, conviene saber cómo conservarlos.
Esto es fundamental para disfrutar de su sabor, textura y calidad durante más tiempo. Un embutido seco y duro no solo es desagradable al paladar, sino que también puede perder parte de sus propiedades y aroma.
Cómo guardar los embutidos
Si bien envolver las porciones sobrantes de embutidos y quesos en papel film o en papel de aluminio es una práctica común para conservarlos en la nevera, no es el método más efectivo para evitar que se resequen o estropeen. Ahora bien, si el consumidor no quiere calentarse la cabeza y desea guardarlos así, lo mejor es colocarlos en balda más baja del frigorífico o incluso en el cajón, para que el frío intenso de otras zonas no los dañe.
Más allá de esto, una buena opción es recurrir al clásico táper hermético, pero lo ideal es guardarlos al vacío, es decir, en una bolsa casi plastificada en la que no entre el aire. Esto impedirá que el jamón, el chorizo (tradicional, de jabalí, de ciervo o de lo que sea) o cualquier otro producto se ponga malo, se reseque o sufra la desagradable aparición de moho. Evidentemente, tomarse la molestia de guardar embutido al vacío solo merecerá la pena si éste es de calidad.
Cómo envasar alimentos al vacío
Cada vez son más las marcas que comercializan sus propias envasadoras. Por ejemplo, en Amazon hay una de la marca Jupplies que cuesta solo 19,99 euros. El fabricante promete que, con este sellador automático al vacío, se puede mantener la frescura de frutas, carne, dulces y verduras, evitando que los alimentos dañen y reduciendo así el desperdicio alimentario.
“Es muy fácil de usar, solo tarda 5-8 segundos en completar el sellado al vacío de alimentos. Mantiene la comida fresca 10 veces más que los métodos de almacenamiento normales”, indican. En la misma línea, Lidl vende una de 125W (clasificada como producto estrella) que cuesta 24,99 euros. Tiene conexión para envasar al vacío de forma externa recipientes herméticos y bolsas con válvula al vacío. Además, incluye pilotos luminosos para controlar el proceso de envasado al vacío y el de sellado, así como un rollo de plástico apto para el microondas.
Características de los de embutidos
Los embutidos y fiambres, tal y como recuerdan desde Aldi, son carnes procesadas mediante técnicas como la salazón, la cocción, el curado, la fermentación o el ahumado. “Su finalidad original siempre fue aumentar su vida útil y, a la vez, conseguir características sensoriales propias”, indican.
En España predominan los embutidos derivados del cerdo. No obstante, es muy habitual encontrar otros de aves, vacuno o de animales de caza como el venado. Entre sus ingredientes, de vez en cuando se incluyen cereales, hortalizas o especias en mayor o menor proporción. Pese a ello, una característica común a todos los embutidos es que son fuente importante de energía, sal y grasas.
Cuántos embutidos deberías comer
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar la ingesta de grasas saturadas a menos del 10% de las calorías diarias totales y el sodio a menos de 5 gramos por día. Partiendo de esta premisa, es evidente que el consumo de embutidos debe ser muy reducido. Además, según los preceptos de la dieta mediterránea tradicional, el consumo de carne procesada se debe limitar a una o dos veces por semana.
En definitiva, lo más recomendable es moderar el consumo de embutidos y elegir, preferentemente, aquellos que tengan un mayor porcentaje de carne.