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Guía para leer las etiquetas nutricionales de los alimentos y evitar las trampas de publicidad

El consumidor actual se enfrenta a numerosos desafíos, entre ellos, la falta de conocimiento sobre los procesos de producción y el uso de estrategias ineficaces para llevar una dieta equilibrada

Ana Carrasco González

Varios productos con etiquetas nutricionales / FITSTORE.ES

Con el fin del verano y el regreso a la rutina, muchas personas se plantean adoptar un estilo de vida más saludable y cuidar su alimentación. Sin embargo, en una sociedad donde la publicidad de productos alimenticios es cada vez más agresiva, resulta vital aprender a interpretar correctamente las etiquetas nutricionales para evitar trampas comerciales que pueden sabotear nuestros esfuerzos por mantener hábitos saludables.

El consumidor actual se enfrenta a numerosos desafíos, entre ellos, la falta de conocimiento sobre los procesos de producción de alimentos y el uso de estrategias ineficaces para llevar una dieta equilibrada. “Errores comunes como reducir las porciones, eliminar ciertos alimentos o contar calorías de manera aislada son prácticas que no garantizan una alimentación saludable. La clave está en comprender la calidad de los alimentos, y eso comienza por saber leer correctamente las etiquetas de cada producto”, advierte Luis Cañada, responsable de estudios nutricionales de FITstore.es.

Consejos para interpretar etiquetas nutricionales

“La lista de ingredientes revela lo que realmente contiene el producto y está ordenada de mayor a menor, es decir, los primeros ingredientes son los que están presentes en mayor cantidad”, explica Cañada. Si entre los primeros ingredientes figuran azúcares, harinas refinadas, aceites hidrogenados o aditivos artificiales, el producto no será una opción saludable, sin importar lo que diga el envase. “Saber leer esta lista es fundamental, y sin esta habilidad, cualquier otra información pierde relevancia”.

Una pareja comprueba las etiquetas de los productos que compra / FREEPIK
  1. Haz los cálculos por porción, no por 100 gramos. Cañada recomienda prestar atención a las porciones reales que se consumen, y no solo a los valores por 100 gramos, que solo deben utilizarse para comparar productos similares. “Los valores nutricionales por 100 gramos rara vez coinciden con las porciones reales de consumo, y centrarse en esto puede llevarnos a tomar malas decisiones”, advierte. Evaluar el tamaño real de la porción ayuda a llevar una dieta más flexible y adaptada.
  2. No te obsesiones con las calorías. “Fijarse únicamente en las calorías es un error”, asegura Cañada. “Es como elegir un coche solo por su color sin considerar el motor o las prestaciones. Lo importante es la calidad de los alimentos, no solo su contenido calórico”.
  3. Sé crítico con los reclamos de “alto en proteínas” y “rico en fibra”. Los productos funcionales, como aquellos etiquetados como “alto en proteínas” o “rico en fibra”, están en auge. Sin embargo, Cañada advierte: “El consumo de fibra no siempre garantiza una mejora en el tránsito intestinal, y sin la ingesta adecuada de agua, puede tener el efecto contrario”. En cuanto a las proteínas, señala que no todos los productos “alto en proteínas” son saludables: “Es crucial identificar la fuente proteica y verificar si realmente se necesita ese extra. Un producto rico en proteínas puede seguir conteniendo grasas, carbohidratos o incluso azúcares ocultos”. Además, algunas marcas “inflan” los valores de proteínas añadiendo aminoácidos, lo que puede ser engañoso. Es importante que las proteínas provengan de fuentes de calidad, como la leche, huevos, carne, pescado o combinaciones adecuadas en dietas vegetarianas.
  4. Cuidado con los productos “light” o “diet”. Que un producto sea “light” no significa necesariamente que tenga menos calorías. “Muchos consumidores creen erróneamente que los productos ‘light’ contienen un 30% menos de calorías, cuando en realidad la reducción puede referirse a la sal u otros componentes, no al contenido calórico total”, aclara Cañada. Además, cuantos más reclamos publicitarios haya en el envase, mayor es la probabilidad de que se oculten deficiencias nutricionales.

La importancia de desenmascarar la publicidad engañosa

Saber interpretar las etiquetas es esencial para detectar estrategias de marketing engañosas. Un ejemplo común es el reclamo “0% azúcares añadidos”, que a menudo atrae a los consumidores preocupados por reducir su consumo de azúcar. Sin embargo, muchos de estos productos contienen grandes cantidades de edulcorantes como polialcoholes, lo que puede duplicar o triplicar su precio sin ofrecer beneficios significativos.

Existen ingredientes que deberían encender alarmas, como las grasas trans o parcialmente hidrogenadas, que suelen encontrarse en productos horneados industrialmente y están vinculadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Otro ingrediente a evitar es el jarabe de glucosa-fructosa, presente en numerosos productos procesados y asociado al aumento del riesgo de obesidad y enfermedades metabólicas.

Un estilo de vida saludable más allá de las etiquetas

La próxima vez que estés en el supermercado, dedica tiempo a leer cuidadosamente las etiquetas nutricionales, en lugar de dejarte llevar por los reclamos publicitarios del envase. La salud comienza con una comprensión profunda de lo que comemos, junto con la práctica regular de ejercicio físico.

En definitiva, tomar decisiones informadas no sólo te permitirá mejorar tu alimentación, sino también mantener un estilo de vida equilibrado y saludable a largo plazo.