Las ensaladas se convierten en protagonistas indiscutibles de la cocina cuando llega el verano, junto a otros clásicos como gazpachos y salmorejos. Y es que las altas temperaturas estivales suelen incitar a consumir platos frescos y ligeros. Las ensaladas, con su alto contenido en agua y su base de verduras y hortalizas, son perfectas en este sentido.
Además, suelen ser platos rápidos y fáciles de preparar, sin elaboraciones complejas ni cocciones largas.
Dónde triunfan las ensaladas
Las ensaladas pueden servirse como entrante, como plato principal o como guarnición, y se adaptan a diferentes escenarios: son perfectas para una comida ligera, un picnic al aire libre o una cena informal con amigos. Además, ayudan a mantener una dieta saludable, puesto que las verduras y hortalizas que las componen aportan antioxidantes y son bajas en calorías.
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Sin embargo, las ensaladas pueden sumir al consumidor en la monotonía si no se renuevan y se exploran nuevas combinaciones. Una de las opciones más sencillas es aliñarlas con jugo de limón. Y es que el limón es un ingrediente que puede aportar un toque fresco y versátil a las ensaladas. Su acidez característica realza los sabores de otros ingredientes, especialmente las verduras, y aporta un aroma cítrico que resulta muy agradable al paladar. Además, el limón es una fuente importante de vitamina C, un antioxidante esencial para el sistema inmunológico que ayuda a proteger las células del daño oxidativo.
Agua de mar
Otra opción es añadir un poco de agua de mar envasada en vez de sal. Hasta cierto punto, puede funcionar como un sustituto. " El agua de mar logra realzar los sabores de los alimentos y no disfrazarlos como pasa con la sal tradicional", explican desde Sitrainer.
Ahora bien, conviene no pasarse. El agua de mar podría ablandar las verduras y hortalizas de la ensalada, lo que afectaría negativamente a su textura y consistencia.