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Alfred March, agricultor: "Ametller Origen no tiene nada de ecológico. Es puro marketing"

Entrevistamos al fundador de la cooperativa La Rural de Collserola para hablar de productos ecológicos, de los hábitos del consumidor y de las artimañas de las grandes cadenas de alimentación

Teo Camino

El agricultor Alfred March trabajando la tierra donde cultiva productos ecológicos / CEDIDA

Alfred March ama la tierra, siempre la ha amado, pero desde 2014 es también su forma de ganarse la vida. Fue entonces cuando adquirió un pequeño huerto en la sierra de Collserola (Barcelona) y empezó a vender las frutas y verduras ecológicas que cultivaba junto a su pareja. El proyecto echó raíces, y en la actualidad forma parte de la cooperativa agroecológica La Rural de Collserola, que cuenta con tienda física y online.  

“Yo soy payés y trabajo en la cooperativa La Rural de Collserola, pero en esta entrevista voy a dar mi opinión personal. Hablo como agricultor”, remarca March antes de comenzar las preguntas. Agricultor dixit.

--¿Cómo ha evolucionado el consumidor en los últimos años? ¿Es más o menos ecologista?

--Hay más consumidores que buscan productos ecológicos, pero son menos conocedores. Antes, comprar en una cooperativa o ir a sitios como Veritas, que tiene un precio muy elevado en comparación con un supermercado normal, era una cosa alternativa. Ahora lo ecológico se ha puesto de moda, pero falta conocimiento. 

--¿Qué nos falta por conocer?

--La agricultura ecológica lleva implícita una forma de trabajar la tierra por parte del campesino, pero la gente no se cuestiona qué hace que un alimento sea ecológico. El consumidor se guía por una intuición, y las grandes superficies han entrado en el mercado y han puesto la palabra ecológico en cualquier estantería, pero son productos industrializados, por eso han bajado tanto los precios. 

--¿En qué se diferencia un producto ecológico de La Rural de Collserola de uno de Veritas?

--En primer lugar, el hecho de comprar directamente al productor y saber a quién estás comprando. Es cierto que los agricultores que nos dedicamos al comercio minorista la mayoría compramos otros productos, porque no podemos producir todo lo que demanda el mercado, pero la trazabilidad del producto es importante. Nosotros ponemos énfasis en esto, y es algo que las cadenas no pueden ofrecer. Nosotros ofrecemos productos de calidad que vienen directamente del campo. Es el caso de La Rural, La Ortiga y muchas otras cooperativas. 

--Y si hablamos de grandes superficies, que cada vez tienen más productos ecológicos…

--Cuando tú vas y compras un tomate ecológico en Eroski, vendrá de un invernadero de Almería igual que el del tomate convencional y será de la misma empresa que hace los que no son ecológicos. Es producción industrial a nivel variedad y en cuanto a forma de cultivar y exportar. El tomate más duro, el que está en el supermercado, se puede cosechar verde y apilar en cajas y enviarlo a destinos lejanos. Nuestro tomate tiene la piel fina y la pulpa carnosa y no permite circuitos largos. El tema de la trazabilidad es lo más importante para diferenciar el producto ecológico real del industrial. Ahí reside el valor de que sea ecológico y saludable. La proximidad influye. El origen importa.

--La etiqueta ‘eco’ vende mucho, pero ¿siempre es cierta?

--Sí te puedes fiar, pero tienes que conocerla. El problema es que la gente desconoce lo de la etiqueta eco y muchos se guían porque el comercio o el envase del producto pone que es ecológico, y eso es muy peligroso. Entre ecológico y sostenible hay un trecho. Es como el cultivo de café sostenible de según qué marcas, cuya sostenibilidad no tiene ninguna justificación. Si te vas a una cadena de alimentación, solo es ecológico lo que lleva el sello ecológico o si conoces al agricultor. Pero, aun así, ese sello no comporta muchas de las cosas que nos imaginamos: un pequeño agricultor que respeta el medioambiente y trabaja de forma artesanal… Esa no es la realidad. 

Entidades ecológicas certificadoras por cada comunidad

--Entonces, ¿hasta qué punto es de fiar el sello ecológico oficial?

--El sello ecológico es de fiar, pero por lo que representa en cuanto al uso de según qué productos y la prohibición de químicos y demás. Hay empresas que cultivan productos ecológicos y normales a la vez. Ese productor puede tener un campo al lado repleto de químicos. Para el productor, es una estrategia comercial. El sello regula unos productos y semillas sin transgénicos, pero no es ese idilio que muchos creen. Para eso hay que ir a pequeños productores o cooperativas o tiendas que sean realmente transparentes.

--También hay cadenas que tiran de todo tipo de artimañas para hacer creer a los consumidores que sus productos son ecológicos…

--Todas. Es lo más normal. También se hace en otros ámbitos fuera de la alimentación. He llegado a ver mecánicos ecológicos. Hoy en día, está de moda poner papel reciclado, kraft, y otras palabras que no están registradas como sostenibles. Hay que ir con cuidado. La parte negativa es que muchos consumidores han llegado a lo ecológico a través de las redes sociales. El público tiene una intuición, y quiere ponerle consciencia, pero no es tan fácil. Ahora competimos con un discurso venenoso, totalmente tergiversado, para que los mismos de siempre sigan haciendo negocio. Hay productos ecológicos cultivados con químicos e industrias que dicen que son ecológicas. 

--¿A qué grandes cadenas se refiere?

--A Casa Ametller, por ejemplo.

--¿Cuál es el modelo de negocio de Ametller Origen?

--El consumidor no es nada tonto. Casa Ametller puede poner mucho marketing, pero no puedes estar engañando a la gente eternamente. Siempre tendrán negocio y se comerán el mercado, pero si el consumidor se esfuerza un poco, no te pueden dar gato por liebre. Las cooperativas, en cambio, estamos en inferioridad, y si se pierde la pequeña payesía, se lo quedarán todo los grandes. A veces, los consumidores no diferencian entre un pequeño agricultor y una gran cadena. En nuestro caso, pueden ir a hablar directamente con el payés si quieren.

Uno de los huertos de La Rural de Collserola / FACEBOOK

--¿Cómo puede ser que una pequeña cooperativa como La Rural de Collserola venda productos ecológicos y tenga algunos precios más económicos que un gigante como Ametller?

--Nosotros los precios los trabajamos en base a precio de coste. No nos fijamos en la competencia. Tener huertos y comprar directamente al productor te permite ser más barato. Pero Ametller no tiene nada de ecológico. La gente ha de saber que Ametller Origen tiene un margen muy alto, por eso les va tan bien. Aplican un margen muy alto y te venden un producto que está bien, normalito, decorado con mucho marketing como si fuera producto eco, cuando no lo es. Casa Ametller hace creer a la gente que son campesinos, pero es puro marketing. Nosotros aplicamos un margen justo y no incorporamos otros costes que no tienen que ver con el producto.

--En Consumidor Global hemos denunciado que Ametller Origen importa de países remotos frutas y verduras que se pueden encontrar en Almería, Murcia y el Pirineo catalán. Y también fue sonado lo de las “setas falsas”

--No quiero hablar tanto de otras cadenas. Al final, hay un problema de fondo que son los hábitos de consumo. Si tú vienes a comprar a La Rural, no gastarás más dinero que en Ametller. Hay productos más caros y otros más baratos. La gente busca la comodidad mental. No quiere buscar ni pensar. En un humus prefabricado, si miras el peso, el coste es mucho más elevado que hacerlo con el garbanzo de l'Anoia que vendemos nosotros. Pagas más por un humus de supermercado procesado. El problema es que cuando vas a una gran cadena, todo está pensado para que seas consumista y compres cosas pequeñas que no necesitas, y muchas se estropearán en tu nevera. Si vienes a La Rural, el producto es fresco y se tiene que cocinar. Es una desventaja competitiva, porque la gente no quiere cocinar, pero por otro lado gastas menos. 

--Es cierto, cada vez se cocina menos…

--Hemos intentado llegar a la gente joven y nos cuesta mucho. Hemos ido a grandes empresas, y les encanta la idea, porque lo del pequeño agricultor se vende muy bien, pero no se animan porque no entra en sus hábitos de consumo. Prefieren la comida precocinada. Ese es el principal limitante. Nuestro cliente tiene de 35 años para arriba, y la mayoría son parejas con hijos que apuestan por una alimentación saludable.